La tormenta nos derribó, pero no importa, porque como dicen, la esperanza es lo último que se pierde, y allí estaba ella, manteniendonos a flote, ayudándonos a salir a respirar.
Por cada mar que cruzábamos una lucha más por llevar a cabo, pero esto cadece de importancia, porque eramos fuertes y la combatíamos juntos.
Las mareas subían y nos confundían aunque finalmente abrimos los ojos y ella seguía allí, abriéndonos sus brazos, sujetándonos en el vacío.
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